Dragon Age: Origins - De cómo no pude casarme

Hace poco estuve viendo de nuevo fotos sobre el protagonista del Dragon Age II - qué moreno, madre mía -, y los desafortunados recuerdos del Origins no se hicieron esperar. Y es que me marcaron profundamente. Calaron muy hondo en mi pecho y, a día de hoy, puedo decir sin equivocarme, que el trauma que me causó el desenlace no se va a borrar en mucho tiempo.

Todo comenzó un día cualquiera, cuando mi ex - aprovecho para indicaros, machotes, que ando soltera ._. - me mostró el juego. Un videojuego de Rol que tenía DRAGONES y era personalizable. Era todo lo que buscaba. Pero mi anterior portátil dejaba mucho que desear y, lamentablemente, no dispongo ni de PS3, ni de xBox360, ni de nada que se le parezca. Así que lo miré jugar un par de veces, como siempre, porque luego se aburrió y lo dejó en el empiece.

Cuando me fui de su lado, gasté mi primer sueldo en un portátil decente - desde el que escribo todas mis entradas y realizo mis escasos y pobres gameplays -, y el Dragon Age: Origins fue una de mis primeras adquisiciones. Ni que decir tiene que me pasé dos días enteros instalándolo, aderezándolo con mods, viendo que funcionaran todos, bajándome todos los packs... Y al fin comencé a jugar, con una mujer - Enelia, para variar -.

Quedé prendada de Alistair y me dije: ¡este chico se casará conmigo!

Ahí fue donde empezó mi odisea, entre otras cosas porque luego conocimos al maravilloso Zevran - cuyo mod lo dejaba guapísimo -, pero esos problemas técnicos los solucioné con un pequeño truquillo que me dejaba liarme con los dos.

Morrigan, Zevran y Leliana con Mods

Fui la mejor persona... LA MEJOR GUARDIA GRIS de toda la maldita Ferelden. Me cagué en la Ruina, en los Archidemonios y en toda la descendencia de los dragones, sólo para agradar a Alistair. ¡Incluso para salvar su vida dejé que tuviera un maldito crío con Morrigan!

Y justo... Justo cuando tiene que decidir con quién casarse - porque evidentemente lo voté para que fuera el Rey -. Justo cuando lo único que tenía que decir era sí quiero... ¡SU MALDITO CÓDIGO DEL HONOR, LA JUSTICIA, Y LAS PAPAS FRITAS, SE LO IMPIDE!

Una de las cosas que hice para agradarle

 Me cago en su vida, en la de Morrigan y en la del viejo de la esquina.

Aunque al menos Zevran me dijo que me acompañaría hasta el final.